EDDY PEREYRA ARIZA.-
La clase media de la capital, concentrada principalmente en las circunscripciones uno y buena parte de la dos, históricamente no ha elegido alcaldes que no sean oriundos del Distrito o que no hayan vivido por muchos años en este territorio.
Desde una perspectiva etnográfica, investigación que nos permite describir, analizar prácticas, costumbres y comportamientos de los votantes dentro de sus contextos sociales y culturales, observamos, que terminada la Era de Trujillo, entre los síndicos electos en el Distrito Nacional ha predominado un arquetipo o modelo de candidato en la preferencia de los electores locales.
Desde ese entonces, el Ayuntamiento del Distrito Nacional ha tenido unos 12 síndicos electos: José Ramón Báez Acosta, Guarionex Lluveres Montás, Manuel Rodríguez Jiménez (Manolín) primer funcionario público dominicano sometido a juicio político, siendo sustituido por Juan Rafael Estrella Rojas -Papi. También Pedro Franco Badías, José Francisco Peña Gómez; Rafael-Fello- Suberví Bonilla, Rafael Corporán de los Santos; Johnny Ventura, Roberto Salcedo, David Collado y la actual alcaldesa Carolina Mejía.
Con la excepción de Peña Gómez, Suberví y Franco Badía, quienes antes de ser síndicos habían vivido 40 años o más formando parte de la sociedad capitaleña, los ocho restantes son nativos de la Circunscripción Uno del Distrito Nacional.
Si asociamos la participación política con la identidad territorial, podemos comprender más las complejidades culturales que subyacen en los procesos electivos y como influyen en la toma de decisiones del votante.
Los capitaleños y los que residen por años integrados en este territorio, tienen como práctica electoral, no aprobar fácilmente ningún candidato que no consideren de su conglomerado, de su mismo espacio o que lo sientan cercano, aunque no tengan comunicación.
Por esto, lo que más ha favorecido a Carolina Mejía en su importante nivel de aceptación, entre otros factores, como su buena labor en el cabildo; el liderazgo de su padre; la fortalece del PRM como partido de gobierno, junto al apoyo de la sociedad civil, fue el arquetipo de ser del Distrito, que no le favorece a Domingo Contreras, debido a que no es originario especialmente de la circunscripción uno. Y al no tener elementos que conecte, no es el modelo de candidato de esa demarcación para la alcaldía. Tampoco representa más el cambio que Carolina.
La identidad territorial tiene una fuerte intervención en la preferencia por un candidato local. Este arquetipo que influye en la percepción, representa elementos comunes compartidos en mitos, sueños y simbolismos culturales.
El perfil del candidato, como liderazgo, conocimiento de asuntos locales, habilidades de comunicación y propuesta electoral son aspectos valorados. Pero en una campaña hay que tomar en cuenta igualmente la cultura y el comportamiento del elector.
Un caso interesante fueron las elecciones presidenciales del 2016 de Estados Unidos de América cuando se enfrentaron Hillary Crinton y Donald Trump. Los estrategas de Hillary Clinton habían vendido la idea de que ella era la persona mas preparada de la historia para competir por la presidencia.
Cuando Donald Trump ganó las elecciones, se les preguntó a los que votaron por el candidato Republicano, que si creían que Hillary era mas preparada para manejar la presidencia de Estados Unidos. En su mayoría respondieron que sí.
Entonces se les preguntó ¿por qué no votaron por Hillary? Estos contestaron que no habían votado por ella porque les caía “gorda” (pesada) es decir, que no les simpatizaba su personalidad.
Caso contrario lo tenemos en la candidata que busca la reelección de la alcaldía del Distrito Nacional, Carolina Mejía. La gente la quiere. Ella tiene un sabor a su ciudad y promueve en su campaña que la ama con el corazón.
Ganaría las elecciones en la Capital por los factores anteriores y porque el voto es un gusto.
Y ella, Carolina, sencillamente, gusta.