La palabra, el arma más letal

Lynn
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Escrito por la maestra Lynn Marcelle 

Ayer conversaba con alguien acerca de cuán grande es el impacto que tienen los comentarios en nuestras vidas, refiriéndonos al tema de las emociones y de la autoestima. Resulta increíble ver la cantidad de personas que emiten opiniones a la ligera sobre nosotros, sin tener el mínimo grado de empatía.

Muchos me dirán “bueno, pero estoy haciendo un juicio bueno, dando un buen consejo, haciendo una sugerencia válida”; pero, lamentablemente, aunque muchas veces lo veamos así la realidad es que del otro lado, la persona que recibe el cometario no siempre siente lo mismo. Ahora sé que habrá otro grupo que me dirá “bueno, yo no tengo que ver con qué lo sienta el otro, esos son sus problemas, yo lo dije con buenas intenciones”, y puede que esté en lo correcto en cierto modo.

El tema con esto es que en cuestiones de opiniones que puedan afectar emocionalmente al otro debemos medirnos, porque tal vez no está mal que le digas a alguien que debe cuidar su salud, pero lo que sí está mal es que le digas gordo. Tal vez no esté mal que le sugieras a alguien que hay ofertas de empleo, lo que sí está mal es que le hagas sentir que es un bueno para nada o un vago. Tal vez no está mal que le digas a alguien que no tienes tiempo, lo que sí está mal es que directa o indirectamente le hagas sentir como que molesta.

Yo sé que es estresante y que agota a veces tener que pensar antes de hablar, pero la realidad es que del otro lado no sabemos con cuáles batallas internas está luchando una persona, y nuestros palabras pueden agravar esa situación. Es cuestión de ser más solidarios y tener más empatía en un mundo que solo piensa en sí mismo y en lo que siente, pero no piensa en los demás ni en lo que sienten.

Ese discurso de que yo no soy responsable de cómo tú te sientas, está sobrevalorado, lo han dicho personas que quieren desligarse de sus responsabilidades con respeto a los sentimientos del otro. Ese discurso de “eres muy sensible” también lo está, no es posible que nos escudemos detrás de esos pensamientos para minimizar cómo se siente el otro.

Y aunque es cierto que estamos en plena generación de cristal, que todo le afecta, no es menos ciertos que los tiempos han cambiado. Antes debías reprimir y sufrir en silencio todo lo que te afectaba, antes no se le daba un espacio al ser más humanos y vulnerables, ahora sí. Por esta razón esta válido ser sensible, y expresarle a los otros que sus maneras de tratarnos aumentan nuestra baja autoestima.

Te motivo a sentir, te motivo a expresarte. Pero también te motivo a levantarte, y a qué si no has encontrado alguien que te trate bien con sus palabras tú puedas hacer la diferencia y empezar a practicar el pensar en el otro antes de emitirle algún comentario.

Lynn Marcelle es licenciada en Lengua y Literatura, maestra de secundaria. creadora del blog Cristiano “A corazón abierto”. 

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