ANTONIO CORCINO.-
En la República Dominicana, el Día de Reyes marca una tradición arraigada en la cultura, pero este año, más allá de la esperanza de regalos para los niños, surge un anhelo compartido: el compromiso de una clase política verdaderamente comprometida con su rol social.
En Verón-Punta Cana, este llamado adquiere una relevancia especial, donde la responsabilidad social de los políticos se erige como un pilar esencial para el buen funcionamiento de una sociedad democrática.
El papel multifacético del político, que abarca desde ser un representante del pueblo hasta un líder, administrador público y diplomático, impone la necesidad de una conducta social que defina la vida política. La eficiencia en la gestión de los recursos públicos es crucial, y los políticos deben velar que estos se utilicen de manera efectiva y en beneficio de la sociedad.
Como tal, la realidad en Verón-Punta Cana, donde se revela una desconexión preocupante entre la clase política y la sociedad a la que sirven. La falta de pronunciamiento y acción sobre temas críticos, como el presupuesto distrital, la transparencia y la eficacia gerencial, ha generado desconfianza y desencanto.
Este comportamiento apático no solo se traduce en una desigualdad en la distribución de la inversión distrital, sino también en la percepción de falta de transparencia en las ejecuciones.
La participación cívica y la resolución de problemas se han convertido en áreas de fracaso evidente. La incapacidad para abordar problemas críticos, desde servicios básicos deficientes hasta la falta de respuesta ante amenazas como el cambio climático, la masificación turística y formas para abordar la sostenibilidad como distrito municipal, ha generado insatisfacciones generalizadas.
Por ejemplo, solo la forma como se maneja los asuntos asociados a la ley 368-22, como herramienta social oportuna para mejorar, genera múltiples preguntas, si no el silencio como respuestas de sus actores políticos preocupan.
En ese sentido, ante el proceso electoral municipal, como electores tienen la responsabilidad de un sufragio consciente y reflexivo. En este momento idóneo como acto ciudadano, concurrir a votar no solo representa un simple gesto normal, sino una herramienta de castigo y premio basada en la solvencia moral y el compromiso social de los candidatos. Es hora de exigir propuestas realizables y sinceras, no discursos vacíos.
Los que resulten electos, se espera que, en este nuevo ciclo político que se inicia al tomar juramento en abril de este año, la clase política de Verón-Punta Cana asuma un compromiso real con la sociedad que representan. La eficacia y la integridad deben convertirse en la norma, no en la excepción.
Su compromiso social implica mirar más allá de los ciclos electorales y planificar para el desarrollo sostenible. La participación activa en la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos debería ser como parte de su papel y prioridad a partir de ese momento.
De modo que, a razón de estas fiestas de inicio de año, ocasión para orar y pedir, anhelo que la clase política de Verón-Punta Cana tenga conciencia de su responsabilidad social. Que, para la construcción de un distrito municipal ordenado, limpio, equitativo y operativo, recibamos aire de cambio y la solución sea la agenda común.
En este nuevo año electoral, que el compromiso con la sociedad sea más que un eslogan, sea una realidad palpable en cada acción y decisión tomada por aquellos que han sido elegidos para servir. La comunidad está observando y espera mejorar.