Qué nos espera a los maestros

Lynn
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Escrito por la maestra Lynn Marcelle 

A propósito de la situación que ha pasado en estos días en la secundaria babeque, he estado reflexionando acerca de la práctica docente, reconociendo que es claro y evidente que muchos maestros no estudian por vocación, que hay otros que estudiaron esta carrera porque simplemente no había otra cosa que estudiar, y en el peor de los casos que hay muchos que lo hacen por un nombramiento en el Estado.

En cualquiera de los casos anteriores, tenemos como resultado profesores amargados con el sistema, que reflejan sus frustraciones en sus estudiantes y que más que hacer evolucionar a la sociedad lo que provocan es una involución.

Sin embargo, en el tipo de docente que pienso y que se puede ver afectado ante situaciones como estas, es en el maestro que se despierta cada día cargado de ilusión por la transmisión y el despertar de conocimientos. Aquel maestro que se emociona con el simple hecho de aportar a la sociedad y contribuir al desarrollo de las futuras generaciones.

Pero en la mayoría de los casos, ese docente que describí está hasta cierto punto cansado; de un sistema que más que apoyar lo que hace es cuestionar, subestimar y juzgar los procesos y los resultados llevados a cabo.

Desde que me decidí por estudiar esta carrera no pensé que me encontraría con tantos retos y tantos desafíos, laboralmente hablando. He pasado por colegios que a los ojos de muchos son buenos, pero lo que se maneja dentro sí es realmente decepcionante.

Cuando ingresé a Babeque como docente (a pesar de que no es perfecto) encontré un lugar de comprensión y respeto como no había experimentado en mis trabajos anteriores, un lugar donde sí se aprecia y se defiende la labor del maestro: Al llegar aquí me sentí en un oasis, después de cuestionarme por tanto tiempo si de verdad había tomado la decisión correcta de ser maestra.

Los profesores también afrontamos fuertes situaciones emocionales, y estamos trabajando cada día, cada fin de semana aun fuera de un contrato u horario laboral. Los profesores también cometemos errores (unas veces más que otras) y no exigimos que esos errores siempre sean perdonados porque muchas veces atentan contra la integridad de un estudiante y es totalmente válido. Pero yo hablo de aquel dedo acusador que está esperando la mínima desgracia de un maestro, y se levanta en situaciones tan triviales como no poner una nota que se esperaba, no responder un correo a tiempo, o simplemente tener una forma diferente de dar una clase o evaluar.

Todo lo que ha acontecido en estos días es solo un reflejo de lo mal que está nuestro sistema y de lo mal que estamos como sociedad, pero también es un reflejo de lo poco respaldados que estamos muchos maestros en situaciones difíciles. Porque al igual que en los supermercados… el cliente siempre tiene la razón, y se debe recibir y aceptar lo que el cliente indique.

Hablo desde el corazón abierto, un corazón que ama esta profesión, que ama ver la cara de los niños satisfechos por una buena enseñanza o por algo tan sencillo como escucharle hablar de su día. Hablo de un corazón que promueve los valores, los principios, la ética y la integridad y que jamás estaría a favor de nada que apoye o promueva ideologías ofensivas, de adoctrinamiento o inmorales. Hablo de un corazón que ama su patria, que es fiel defensora de los derechos humanos, pero de aquellos que no maltratan a nadie.

Pero hablo de un corazón que ante tantas informaciones ha quedado agotado, y con la pequeña esperanza de que en algún momento los maestros recibamos lo que merecemos, al menos aquellos que sí trabajan por un futuro mejor, y que antes de levantar el dedo acusador podamos ver el camino de flores que hemos sembrado, a pesar de que a veces nazca cierta espina…

Lynn Marcelle es licenciada en Lengua y Literatura, maestra de secundaria. creadora del blog Cristiano “A corazón abierto”. 

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