Escrito por la maestra Lynn Marcelle
Somos dirigidos por un sistema que nos hace exaltar y alabar el individualismo, dejando de lado las dolencias y padecimientos del otro.
Nos alimentamos del amarillismo de la prensa y todas las informaciones que dan sobre alguien, sin tomar en cuenta cuánto puede afectarle. Pero lo penoso del caso no es que somos expectadores, sino también promotores de esto.
Construimos nuestra felicidad a cuesta de la infelicidad del otro y nos deleitamos en eso. Vivimos en una sociedad que necesita que el otro esté derrotado para poder sentir en sí mismo el progreso. Y por supuesto en una sociedad llena de individuos que quieren que tú estés bien, pero nunca mejor que ellos. Porque esto maltrata su ego y estabilidad.
Un sistema que nos lleva a perder el sueño si alguien más está cumpliendo los de ellos. Un sistema que sonríe y alaba con los labios pero por dentro se carcomen los huesos de la envidia. Un sistema que te invita a odiar y ser un parte de toda la violencia y falta de afecto que imperan en nuestro día a día.
Pensamos que hemos logrado mucho cuando perseguimos nuestra felicidad a cuesta del sufrimiento de otro. Pero del otro lado del yo, donde no hay nada más a que eso, se encuentra un espeso, dispuesto a mostrar el deterioro del alma, que nace de ese reflejo.
“El progreso, en resumen, ha dejado de ser un discurso que habla de mejorar la vida de todos para convertirse en un discurso de supervivencia personal.”
-ZYGMUNT BAUMAN
Lynn Marcelle es licenciada en Lengua y Literatura, maestra de secundaria. creadora del blog Cristiano “A corazón abierto”.
