Vivimos un incremento de los fieles evangélicos, con más libertad de acción, que demandan más participación como consiguiente del avance del voto religioso.
La fantástica alabanza de Jacinto Bienvenido Peynado apodado Mozo, con su frase “Dios y Trujillo”, y el título pretendido de Zenón Castillo de Aza, el “Benefactor de la Iglesia”, no pudieron contener la crispación política incitada por la “Carta Pastoral” de la Conferencia del Episcopado Dominicano contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina en 1960.
Con el nuncio apostólico, monseñor Lino Zanani, a la cabeza, el 31 de enero de 1960 los obispos de la Iglesia Católica sorprendieron a la sociedad, con esa Carta Pastoral, que defendía el derecho a la vida, leída en todas las iglesias, pocos días después del apresamiento de los integrantes del movimiento político 14 de Junio.
Como somos un pueblo de creyentes, la oposición de la Iglesia Católica fue considerada determinante para la caída de la dictadura. Y debido a esa demostración de poder, los estrategas de los partidos políticos recomiendan evitar cualquier desacuerdo con la congregación cristiana, por miedo a perder la aprobación de su feligresía y de los sectores económicos influidos por ella.
No podemos afirmar que los candidatos de los grandes partidos dominicanos de los últimos 50 años han sido religiosos. Por el contrario, ha habido casos como el del candidato Juan Bosch, quien en 1962 triunfó sobre el Partido Unión Cívica Nacional y sorprendió a la vigorosa Iglesia Católica, que no calculó que el país estaba inmerso en un proceso de cambio y que este educador social pudo cuestionar su sistema evangelizador y clasificar a la sociedad en “tutumpotes” e “hijos de machepa”.
No obstante Bosch, dos días antes de las elecciones, tuvo que demostrar en un debate televisivo contra el ultraconservador, padre Láutico García, que él no era comunista, ni ateo, sino íntegramente demócrata.
Los líderes más pragmáticos hicieron esfuerzos para mantener buenas relaciones con los religiosos. Balaguer ingresó el Partido Reformista a la Internacional Demócrata Cristiana y la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), afiliación que le favoreció para ganar las elecciones del 1986 con el apoyo que obtuvo de la Iglesia Católica, el aporte de los socialcristianos, liderados por Alfonso Moreno Martínez y la imagen humanista que le insufló a su agrupación con el sello de la doctrina social de la iglesia.
Viendo el pensamiento religioso con los hábitos democráticos, es de pensar que el voto de los cristianos no está influido exclusivamente por la creencia de su religión, con esas exigencias de la vida cristiana, como la moral, sino por las tendencias, percepciones sociales y por el liderazgo religioso de base, que representan los sacerdotes, pastores y guías espirituales.
Algunos votantes se deciden por lo que entienden que son los mejores candidatos, no por el partido del candidato. Una parte de los electores no está en consonancia con simpatía partidaria alguno, sino con otros factores, como el mandato o la orientación de sus contactos, pastores, sacerdotes o líderes religiosos.
Aunque las iglesias siguen siendo cautelosas y no existe en el país una presencia de radicalismo religioso, aumenta la propensión, hacia la religiosidad electoralmente activa y devota. De ese mismo modo, la movilización del voto religioso en la campaña electoral venidera posiblemente esté inclinada a favorecer a los líderes que tengan discursos conservadores, porque los valores sociales que éstos defienden corresponden más a actitudes moderadas y tradicionales. Su voto se está convirtiendo enclave y por tanto, constituye un riesgo electoral no acordar con ese importante grupo de votantes o por lo menos neutralizarlo para no tenerlo en contra en su mayoría.
El mapa religioso está cambiando progresivamente. Los grupos religiosos cristianos, no católicos, plantean exigencias de igualdad de reconocimiento y mejor trato. También se interesan por la acción política e incluso presentan opciones electorales locales con actos de fe y hacen llamado a nombre de Dios.
Como el voto religioso de hoy no es tan espiritual, sino que tiene intereses políticos, puede llegar el momento en que no apoyen a un candidato que no sea de su religión o que no esté de acuerdo con sus puntos de vistas.
José del Orbe, colaborador del periódico “Audacia Social”, señala que en el país hay más de 42 mil iglesias, parroquias, templos y lugares de oraciones, pertenecientes a denominaciones religiosas como son, Evangélica Dominicana, adventista, pentecostal, Testigos de Jehová, hinduismo, budismo, islamismo, mormones, Bautista, Previsteriano, Menonista, Judaista, y nuevos movimientos, como Krishna, Templo Bíblico, Iglesia Emergente y Mirra, entre otras.
El estudio de ACP Strategy Group 2021 determinó, que el porcentaje de personas que dicen ser católicos apenas llega el 41%; y quienes se identifican como evangélicos o pentecostales superan el 28% del total. Muy destacadamente quienes no se identifican con ninguna religión suman el 31%.
Tenemos que decir que hay una nueva sociedad que está haciendo emerger a otra con el soporte de la tecnología. Particularmente asistimos a distintas modalidades o formas de obtener apoyo o poder electoral. Vivimos entonces, un incremento de la religiosidad y un avance del voto religioso.