Las ciudades de AL y el Caribe: espacio de contraste

Maria Elena Acosta 

Las ciudades de América Latina y el Caribe (ALC) están llenas de contrastes. Son el lugar donde la pobreza y extrema pobreza, se codean a diario con la riqueza y extrema riqueza. Sin ir más lejos, 184 millones (equivalente al 30% de la población total) de personas viven en situación de pobreza en la región1 de 4 personas que viven en el área urbana habita en asentamientos informales.

A pesar de los esfuerzos por mejorar las condiciones de vida en nuestra región, tres dinámicas interrelacionadas siguen estando presentes en nuestras ciudades: discriminación, segregación y fragmentación. Esta trilogía naturaliza un problema endémico de ALC: la desigualdad.

En este blog abordamos la manera como las sociedades desiguales fomentan el urbanismo desigual en nuestras ciudades, algo que traspasa las diferencias económicas y afecta a las dinámicas en las que nos relacionamos. Continúa leyendo y descubre cómo en las ciudades se fomenta la discriminación, la segregación y la fragmentación urbana.

Discriminación urbana: derecho a la ciudad

La discriminación urbana se materializa cuando una persona no puede disfrutar de su derecho a la ciudad en igualdad de condiciones, ni tiene las mismas oportunidades, más allá de sus capacidades y potencialidades.

La discriminación se expresa de forma física y normativa cuando una persona no puede acceder a los servicios y sistemas urbanos, bien sea por su raza, etnia, orientación sexual, estatus migratorio, discapacidad, edad, nivel de instrucción, residencia, etc. Existe también una discriminación simbólica  en los comportamientos, actitudes y prácticas de rechazo que se viven día a día. La discriminación urbana tiende a ser interseccional cuando dos o más formas de discriminación se combinan, suceden simultáneamente, y se interrelacionan. La discriminación urbana es una práctica de discriminación múltiple que aumenta la vulnerabilidad e intensifica su impacto.

En ALC, muchas mujeres, niños/niñas, personas LGBTIQ+, indígenas, afrodescendientes, adultos mayores, inmigrantes y personas con discapacidad, entre otros, experimentan discriminación urbana.  Por ejemplo, en la población LGBTIQ+ la visibilidad de su identidad y expresión de género es interpelada con insultos y burlas que hacen difícil el uso cotidiano del espacio abierto, acceso a empleo y vivienda. Es vital reconocer la interseccionalidad de la discriminación urbana.

Segregación urbana: social, económica y cultural

La segregación urbana se refiere a la concentración de un grupo social en una zona específica de la ciudad, formando áreas socialmente homogéneas o excluyentes por las condiciones sociales, económicas y culturales.

Existen dos tipos de segregación. Por un lado, está la socioeconómica, que tiene que ver con el nivel de ingreso, instrucción, tecnología, medios de vida. Por el otro, la sociocultural, que tiene relación con el idioma, nacionalidad, religión, etnia. Ambas generan desequilibrios espaciales y amplían las brechas, así como la estratificación y jerarquización social y económica.

La población es quien ocupa la ciudad y construye su propio hábitat. Si bien la población de bajos y altos ingresos se ubica en la periferia de la ciudad, lejos de los centros urbanos, es notable la diferencia en la calidad y el acceso a infraestructura y servicios, en la organización y formas de relacionarse, y sobre todo en los motivos por los que  deciden  vivir en la periferia urbana (imagen 1).

A la mayoría de la población le resulta cada vez más difícil acceder a suelo urbano y vivienda a través del mercado formal y la opción que tiene es gestionar su propio hábitat que le toma más de 20 años en consolidar.

Es importante comprender y medir las múltiples segregaciones en las ciudades, considerando la temporalidad, el contexto y la historia, para conocer el impacto desde quien es segregado y las razones de quien ejerce la segregación.

Imagen 2: Diferencias en el acceso a servicios eléctricos. 2021

Fragmentación urbana: ruptura física y simbólica

La fragmentación urbana es la ruptura física (mediante urbanizaciones cerradas,  diferencias en equipamientos y servicios) y simbólica (resistencias, comportamientos, actitudes y prácticas), consecuencia de sociedades desiguales. Se caracteriza por homogenizar por partes el espacio urbano en el imaginario social y en la realidad. Estas prácticas, muy comunes en la región, generan desintegración de la trama urbana, problemas de accesibilidad, desarticulación funcional de las actividades urbanas, difusa identidad y desarraigo.

La fragmentación urbana se manifiesta mediante la creación de espacios que producen distancia social, económica, espacial y simbólica en una ciudad. Existe una interrelación de dependencia y desconfianza. La fragmentación urbana produce dificultad para el funcionamiento de la ciudad y fomenta las desigualdades en el acceso a recursos entre los barrios donde habita la población de mayores ingresos y aquellos habitados por los sectores pobres.

Por tanto, hay una apropiación diferenciada de los campos simbólicos y la infraestructura urbana, donde es diferente la capacidad de la población para construir sus sistemas de relaciones en las ciudades. Por ejemplo, el desplazamiento de una mujer jefa de hogar con hijos, que combina su tiempo entre la generación de ingresos y los cuidados del hogar, para quien su sistema de relaciones se basa en las redes de apoyo y requiere proximidad a los servicios, si la ciudad está fragmentada esto dificulta su convivencia.

Un llamado a la acción

Estudios realizados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ponen de manifiesto que la desigualdad urbana supera los aspectos económicos y físicos, y tiene que ver con los códigos culturales y simbólicos aprendidos. Por tanto, queda mucho por hacer. Por un lado, hay que reconocer que no es suficiente estudiar a los sujetos de discriminación y segregación del lado pobre de la ciudad fragmentada.  Es vital entender los comportamientos, actitudes y prácticas de quienes ejercen la discriminación y la segregación del lado de la ciudad en mejores condiciones. Y por otro, es necesario actuar en lo material y subjetivo, en el inconsciente aprendido. Solo así se lograrán superar las contradicciones surgidas de la concentración urbana.

Por tanto, es vital un llamado a la acción para eliminar la discriminación, segregación y fragmentación urbana de las ciudades de nuestra región. Es por ello que resulta necesario que los tomadores de decisiones en las ciudades, así como las y los habitantes comprendan y promuevan políticas públicas y acciones encaminadas a tener tolerancia cero con la discriminación, la segregación y fragmentación urbana. Es por ello necesario liberar a las ciudades de los estereotipos existentes, rompiendo las barreras mentales aprendidas, impulsando el cambio en la normativa y reconociendo una diversidad que transversalice toda acción, proyecto y política en la región.

 

 

 

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