América Latina y el Caribe desacelerará su crecimiento a 2,1% en 2022 en medio de importantes asimetrías entre países desarrollados y emergentes

En su informe anual Balance Preliminar de las Economías 2021, la CEPAL destaca que 2022 será un año de grandes retos para el crecimiento, la generación de empleo y enfrentar los costos sociales de la pandemia.

La región de América Latina y el Caribe desacelerará su ritmo de crecimiento en 2022 a 2,1%, luego de crecer 6,2% promedio el año pasado, según nuevas proyecciones entregadas hoy por la CEPAL. Esta desaceleración sucede en un contexto de importantes asimetrías entre los países desarrollados, emergentes y en desarrollo sobre la capacidad de implementar políticas fiscales, sociales, monetarias, de salud y vacunación para una recuperación sostenible de la crisis desatada por la pandemia de COVID-19.

Así lo señala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su informe anual Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2021, entregado hoy desde Ciudad de México en una conferencia de prensa virtual encabezada por la Secretaria Ejecutiva del organismo de las Naciones Unidas, Alicia Bárcena.

Según el reporte, la región enfrenta un 2022 muy complejo: persistencia e incertidumbre sobre la evolución de la pandemia, fuerte desaceleración del crecimiento, se mantienen la baja inversión, productividad y lenta recuperación del empleo, persistencia de los efectos sociales provocados por la crisis, menor espacio fiscal, aumentos en las presiones inflacionarias y desequilibrios financieros.

“La desaceleración esperada en la región en 2022, junto a los problemas estructurales de baja inversión y  productividad, pobreza y desigualdad, requieren que reforzar el crecimiento sea un elemento central de las políticas, al tiempo que se atienden las presiones inflacionarias y riesgos macrofinancieros”, señaló Alicia Bárcena.

De acuerdo con la CEPAL, el crecimiento de 2,1% promedio esperado refleja una alta heterogeneidad entre países y subregiones: El Caribe crecerá 6,1% (excluyendo Guyana), América Central crecerá 4,5%, mientras que América del Sur lo hará en 1,4%. En tanto, en 2021 la región mostró un crecimiento superior al esperado, promediando un 6,2%, gracias a la baja base de comparación que constituyó el año 2020, la mayor movilidad y el favorable contexto externo.

Según el Balance Preliminar 2021, estimaciones muestran que las economías avanzadas crecerían 4,2% en 2022 y serían las únicas que retomarían este año la trayectoria de crecimiento prevista antes de la pandemia. Las economías emergentes, por su parte, tendrían un crecimiento de 5,1% en 2022 pero recién retomarían la trayectoria de crecimiento prevista antes de la pandemia en el año 2025. En 2021, 11 países de América Latina y el Caribe lograron recuperar los niveles de PIB previos a la crisis. En 2022 se agregarían otros tres, con lo que se alcanzaría un total de 14 países de los 33 que conforman la región.

Es central que la combinación de políticas monetarias y fiscales prioricen estímulos al crecimiento junto con la contención de la inflación, agrega la CEPAL. Ello requiere utilizar políticas macroeconómicas coordinadas y el uso de todos los instrumentos a disposición, para priorizar adecuadamente los desafíos del crecimiento con la estabilidad monetaria-financiera.

En materia de empleo, durante el año pasado este se recuperó a una menor velocidad que la actividad económica: un 30% de los empleos perdidos en 2020 aún no se recuperaban en 2021. Asimismo, se acentuó la desigualdad entre hombres y mujeres, lo que refleja la sobrecarga del cuidado sobre las mujeres y el menor dinamismo de sectores que concentran el empleo femenino, como los servicios. Para 2022, CEPAL proyecta una tasa de desocupación de 11,5% para las mujeres -levemente inferior al 11,8% anotada en 2021, pero aún muy superior al 9,5% existente antes de la pandemia en 2019-, mientras que para los hombres la desocupación sería de 8,0% este año, casi igual a la de 2021 (8,1%), pero todavía muy por encima del 6,8% anotado en 2019.

El informe también aborda uno de los temas económicos más preocupantes en la actualidad a nivel regional y mundial: el alza de precios de los productos y servicios. En 2021 se registraron presiones inflacionarias en la mayoría de los países de la región, lideradas por aumentos en los alimentos y la energía (la inflación llegó al 7,1% promedio a noviembre, excluyendo a Argentina, Haití, Surinam y Venezuela), y se espera que estas persistan en 2022. Los bancos centrales anticipan que los niveles de inflación se mantendrán por encima del rango meta establecido, aunque tenderán a converger a estos hacia finales de 2022, o comienzos de 2023. Nuevamente el precio de la energía y de los alimentos en los mercados internacionales, así como la evolución del tipo de cambio, serán fundamentales para explicar la dinámica futura de los precios.

La CEPAL recalca que la inflación es un fenómeno multicausal, por lo que las autoridades monetarias deben seguir utilizando el amplio espectro de instrumentos (monetarios, cambiarios y macroprudenciales) con los que cuenta, más allá de la tasa de interés, para enfrentar las presiones inflacionarias sin menoscabar los impulsos por recuperar el crecimiento y el empleo y alcanzar un crecimiento sostenible, inclusivo e igualador, señala el documento.

De igual forma, el organismo de las Naciones Unidas destaca que es crucial aumentar los niveles de recaudación y mejorar la estructura tributaria para dar sostenibilidad fiscal a una trayectoria creciente de demandas de gasto. Los desafíos que presenta 2022, entre ellos el menor crecimiento económico, los riesgos de mayores tasas de interés, depreciaciones cambiarias y posibles deterioros en las calificaciones crediticias soberanas, complejizan el manejo de la política fiscal. Por ello se requiere una mirada estratégica del gasto público que vincule demandas de corto plazo con inversiones de largo plazo y que contribuya al cierre de brechas sociales. Además se debe ampliar el espacio fiscal mediante la eliminación de la evasión tributaria (que llega a los US$ 325.000 millones, 6,1% del PIB regional), consolidar el impuesto a la renta a personas físicas y corporaciones, extender el alcance de impuestos sobre el patrimonio y la propiedad, establecer impuestos a la economía digital, ambientales y relacionados con problemas de salud pública, y revisar y actualizar de forma progresiva las regalías por la explotación de recursos no renovables.

En otro ámbito, el financiamiento para el desarrollo es también clave para apoyar los espacios de política y la inversión. Es necesario ampliar y redistribuir la liquidez desde los países desarrollados hacia los países en desarrollo; fortalecer los bancos de desarrollo; reformar la arquitectura de la deuda internacional; proporcionar a los países un conjunto de instrumentos innovadores destinados a aumentar la capacidad de reembolso de la deuda y evitar el endeudamiento excesivo; e integrar las medidas de liquidez y de reducción de la deuda a una estrategia de resiliencia encaminada a construir un futuro mejor.

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